PRI: 31 AÑOS SIN ENTENDER

Hace 31 años, Luis Donaldo Colosio pronunció un discurso que marcó la historia política de México. En su célebre intervención del 6 de marzo de 1994, el entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República hizo una advertencia clara y contundente: el país tenía sed de justicia y el PRI necesitaba transformarse si quería sobrevivir. Habló de la desigualdad, de la pobreza y de la urgencia de reformar un sistema político que se asfixiaba en su propia arrogancia. Sin embargo, su asesinato impidió que fuera él quien encabezara esa transformación.

Tres décadas después, la historia ha demostrado que Colosio tenía razón. El PRI no escuchó su llamado y siguió atrapado en su propia inercia, en el amiguismo, el clientelismo y la corrupción. Lejos de renovarse, el partido que gobernó México por más de 70 años se convirtió en un cascarón vacío, incapaz de conectar con la sociedad y con su propia militancia.

El declive del PRI fue lento pero constante. Perdió la Presidencia en el año 2000, regresó en 2012 con un gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto que profundizó su desprestigio, y en 2018 sufrió la peor derrota de su historia con José Antonio Meade como candidato.

Hoy, en 2025, el PRI no solo es irrelevante en la escena nacional, sino que se encuentra al borde de la extinción. Ya ni siquiera sabe cómo ser oposición.

Ni con el manual de Colosio ni con el de Carlos Salinas de Gortari –el arquitecto del PRI moderno en los años 90– han sido capaces de reinventarse. Su dirigencia ha estado más preocupada por conservar cuotas de poder que por reconfigurar una propuesta atractiva para el electorado.

En el Congreso, su papel es testimonial y su alianza con el PAN y el PRD no ha hecho más que evidenciar su debilidad.

La mayor ironía de esta historia es que el heredero político de Luis Donaldo Colosio, su hijo del mismo nombre, se encuentra en Movimiento Ciudadano, un partido que hoy representa una alternativa a los viejos esquemas del PRI. Luis Donaldo Colosio Riojas no solo ha rechazado formar parte del partido que olvidó a su padre, sino que, con su presencia en la política nacional, se perfila como uno de los sepultureros del PRI.

Si el PRI hubiera aprendido algo del Colosio de 1994, tal vez hoy no estaría en terapia intensiva, esperando un milagro para evitar su muerte definitiva. Pero no lo hizo. Y como dice el dicho, quien no aprende de su historia, está condenado a repetirla… o a desaparecer en ella.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *