PREPOTENCIA DE MANUEL VILCHIS, MUESTRA DEL CÁNCER DE LA CORRUPCIÓN

Agencia Xponencial Opinión

El reciente incidente protagonizado por el alcalde de Zinacantepec, Manuel Vilchis Viveros, al intentar intimidar a un policía de tránsito en Toluca para evitar una multa, expone una vez más las profundas raíces de la corrupción y el abuso de poder en México. Vilchis, quien decidió estacionarse en un lugar prohibido, no solo desobedeció las normas de tránsito, sino que, cuando fue confrontado, utilizó su influencia para intentar evadir las consecuencias. Para colmo, intentó involucrar al presidente municipal de Toluca, Juan Maccise Naime, buscando que éste intercediera en su favor.

Este tipo de comportamientos son los que más molestan a la ciudadanía. En un país donde las instituciones luchan constantemente por recuperar la confianza del pueblo, este tipo de acciones solo sirven para recordarnos cuán arraigada está la mentalidad retrógrada y corrupta entre algunos de nuestros servidores públicos. Vilchis Viveros, en lugar de asumir su responsabilidad como cualquier ciudadano, optó por recurrir a las mismas viejas prácticas de tráfico de influencias que tanto daño han causado a nuestro sistema.

Lo más desconcertante es que el alcalde parece rodearse de muy malos asesores, o, de plano, tener una mentalidad muy jodida. Ni modo que no tenga para pagar una simple infracción de tránsito que, además, los primeros cuatro días cuenta con un descuento del 50%. El hecho de que, en lugar de pagar lo que le correspondía, haya preferido recurrir a su posición de poder para evadir su responsabilidad, es no solo vergonzoso, sino ridículo. Este es el nivel de funcionarios que están a cargo de nuestros municipios, incapaces de cumplir con algo tan básico como las normas de tránsito.

Es indignante que, en pleno siglo XXI, aún existan funcionarios que creen que su posición les da derecho a pasar por encima de las leyes y de las personas que las hacen cumplir. La prepotencia demostrada por el alcalde no es solo un insulto a la autoridad del agente de tránsito, sino una falta de respeto a los principios básicos del estado de derecho. El cinismo con el que actuó refleja una falta de ética y un profundo desprecio por la igualdad ante la ley.

Afortunadamente, este caso también destaca el valor cívico del policía de tránsito, quien, a pesar de las amenazas y la presión, cumplió con su deber. Es precisamente este tipo de acciones las que necesitamos ver más en nuestra sociedad: servidores públicos que no se doblegan ante el poder y que se mantienen firmes en su compromiso con la ley.

Es imperativo que el presidente municipal de Toluca, Juan Maccise Naime, no ceda ante este tipo de presiones. Más allá de cualquier vínculo político o personal, está en sus manos enviar un mensaje claro a la ciudadanía: que en Toluca no se tolera el tráfico de influencias ni el abuso de poder. Debería valorar la integridad mostrada por el policía, quien demostró que, sin importar la jerarquía, todos debemos ser iguales ante la ley.

Los ciudadanos estamos cansados de ver a políticos que usan sus cargos para obtener beneficios personales, olvidando que su deber es servir a la población. Este episodio no solo mancha la imagen de Vilchis Viveros, sino que también refuerza el desprestigio que muchos funcionarios públicos tienen ante la sociedad. Es hora de que estos personajes entiendan que ya no vivimos en tiempos donde la impunidad y el tráfico de influencias eran la norma. La ciudadanía está más despierta y consciente, y no tolerará más estos abusos.

Finalmente, hago un llamado a los ciudadanos y a las autoridades de Toluca a que no bajen la guardia ante este tipo de situaciones. Debemos aplaudir y defender el valor de aquellos servidores públicos que, como este policía de tránsito, deciden no ceder ante el poder y que ponen el bien común por encima de intereses particulares. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa.

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