Agencia Xponencial – Opinión
El Estado de México se encuentra en una encrucijada política, donde la pugna interna en los partidos ha llevado a una clara división: por un lado, aquellos que buscan mantener el control y, por otro, quienes están marginados y con escaso poder de decisión. Esta división es particularmente evidente en partidos como el PT, el Verde, MORENA y Movimiento Ciudadano, mientras que el PRI, PAN y PRD también enfrentan fisuras, aunque más relacionadas con la renovación de sus dirigencias nacionales.
Entre las figuras desplazadas destacan Óscar González Yañez (ex líder del PT), Higinio Martínez Miranda (ex líder del GAP), y Eruviel Ávila Villegas (ex priísta ahora en el Partido Verde). Estos líderes han sido criticados por perpetuarse en el poder y obstaculizar la entrada de nuevas generaciones. Su influencia ha sido vista como un intento por mantener sus intereses personales y mezquinos, por encima del bienestar colectivo y la renovación política que tanto se necesita.
La renovación generacional no es solo una opción, sino una necesidad imperativa para la salud democrática de los partidos y del propio Estado. Las nuevas generaciones traen consigo ideas frescas, energía renovada y una visión moderna que puede abordar los desafíos actuales con mayor eficacia. Esta renovación es vital para erradicar las prácticas clientelistas y corruptas que han prevalecido bajo la tutela de los viejos caciques políticos.
Los casos de González Yañez, Martínez Miranda y Ávila Villegas son paradigmáticos. Estos líderes han sido criticados por perpetuar una cultura de poder cerrada y elitista, donde sus intereses personales han prevalecido sobre los intereses del partido y la ciudadanía. Esta actitud no solo ha limitado el desarrollo de nuevas figuras políticas, sino que también ha fomentado un ambiente de desconfianza y descontento entre las bases y el electorado.
La resistencia al cambio por parte de estos líderes evidencia una falta de compromiso con el progreso y la democratización interna. Sus esfuerzos por mantener el control reflejan una visión política anticuada, donde los intereses mezquinos priman sobre las necesidades de renovación y transparencia. Este tipo de liderazgo es incompatible con los tiempos actuales, donde la ciudadanía exige mayor apertura, participación y rendición de cuentas.
Para que los partidos en el Estado de México puedan adaptarse y prosperar, es esencial que adopten una postura firme hacia la renovación generacional. Esto implica no solo desplazar a los viejos líderes enquistados, sino también fomentar un ambiente de mentoría y transición donde la experiencia se combine con la innovación. La inclusión de nuevas voces y perspectivas puede revitalizar la política local y hacerla más representativa y eficaz.
En conclusión, la crisis interna que viven los partidos políticos en el Estado de México debe ser vista como una oportunidad para una renovación profunda y necesaria. La marginación de figuras como González Yañez, Martínez Miranda y Ávila Villegas, aunque polémica, es un paso crucial hacia una política más abierta, transparente y centrada en el bienestar común. Solo a través de una renovación genuina se podrá construir un futuro político más justo y prometedor para todos los mexiquenses.