- La disputa por los bienes enfrentó a dos familias y finalmente el heredero universal de los bienes fue el fisco.
El Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de México resguarda un expediente sobre el juicio intestamentario de Alberto Parres Arresti, promovido por varios parientes que buscaron demostrar su legítimo parentesco, con quien murió repentinamente el 16 de octubre de 1909, a causa de un ataque cardíaco.
Parres Arresti era un potentado empresario y dueño de las haciendas de Buenavista y Santa Bárbara, así como del rancho de Jesús María, ubicados en la región de Ixtapaluca, Estado de México, cuyos terrenos en la actualidad son colonias del municipio.
El empresario nunca se casó y, por consiguiente, no se tenía noticia de que tuviera hijos, hermanos o padres vivos. Sin embargo, tras su muerte, sus tíos y primos, promovieron un juicio intestamentario, desatando así una disputa que duraría hasta 1918. Este juicio destapó una compleja historia familiar que permite conocer conceptos de familia y códigos sociales, morales y civiles presentes en la sociedad del México en los años de la Revolución.
Los padres de Alberto Parres fueron Diego Parres y Josefa Arresti. El primero era hijo de María Peláez y Peláez casada en segundas nupcias con Leandro Parres y la segunda fue hija natural de José Leandro Trueba y Concepción Arresti, primos que tuvieron una relación “ilícita”. Durante el juicio, la línea paterna y la materna, se enfrentaron para legitimar sus pretensiones y desacreditar las de sus contrarios.
La línea paterna centró sus argumentos en el código civil vigente en ese entonces y en las Partidas y Leyes del Toro, mismas que limitaban a los hijos naturales a heredar, si no eran plenamente reconocidos. Por la línea paterna, buscaron la sucesión testamentaria la tía de Alberto, Benita Cabrales, residente de Quintana de Oviedo en España y sus primos Ramón y Pablo Amieva.
El 14 de noviembre de 1911 se emitió la sentencia. Los hermanos Guadalupe, Ricardo y Ramón Trueba fueron declarados herederos universales de los bienes de Alberto Parres. Sin embargo, la resolución fue apelada por las otras partes y el juicio continuó en una segunda instancia.
Con todos los interesados desacreditados para reclamar la herencia, en la sentencia se declaró como heredero universal de los bienes de Alberto Parres al fisco del Estado de México, y algunas de esas propiedades hoy conforman áreas habitacionales del municipio de Ixtapaluca. Este histórico nos refleja el concepto de familia y su reglamentación de los primeros años del siglo XX: una clara distinción entre hijos naturales y legítimos, que el reconocimiento legal tendría que ser de padres e hijos y viceversa, que las mujeres perdían la custodia de sus hijos al casarse de nuevo, tal y como le ocurrió a Josefa Arresti, quien una vez viuda al contraer segundas nupcias perdió la custodia de su hijo menor de edad, la cual fue otorgada a su abuela Concepción, pero renunció a ella, por lo que el pequeño Alberto quedó bajo la tutela de un tío y, lo más importante, que los documentos son la mejor forma de comprobar y mantener la identidad de las personas.