• Atiende Fundación para la Asistencia Educativa (FAE) a más de 70 niñas, niños y adolescentes, con clases presenciales y asesoría para que no pierdan el año escolar.
• Brinda institución servicios de educación, salud y nutrición a niñas y niños a partir de los seis meses, hasta la conclusión de su educación básica con validez oficial.
Chimalhuacán, Estado de México, 9 de junio de 2021. Para que niñas, niños y adolescentes, cuyos padres laboran en el tiradero de Escalerillas, en Chimalhuacán, no pierdan el año escolar, la Fundación para la Asistencia Educativa (FAE) llevó la escuela hasta el lugar donde se encuentran los menores.
Dicho proyecto surgió a raíz de la contingencia sanitaria por COVID-19, que ocasionó que las escuelas cerraran y que las clases se impartieran de forma virtual, sin embargo, la realidad para los cientos de menores cuyos padres trabajan en la pepena de los tiraderos de basura, es el nulo acceso a dispositivos electrónicos ni a internet para dar seguimiento a sus clases, lo que deriva en la deserción escolar.
“Yo ya no tomé también por eso mismo clases en línea, porque como no tengo computadora ni celular así, pues ora sí que no me puedo conectar y eso”, explica Dorian Alexis, un adolescente que ayuda a su madre enferma, y expresa que el apoyo que recibe de parte de FAE ha sido de gran ayuda.
A Dorian Alexis le gustaría tener una carrera de licenciado para no seguir sufriendo lo que ha padecido junto a su madre en el tiradero.
“Antes de la pandemia nosotros teníamos este proyecto, con el cual veníamos por los niños y los llevábamos a nuestro plantel de Chimalhuacán, desafortunadamente con la pandemia, pues no podemos darles el servicio en el plantel, entonces decidimos traer a los maestros para que continúen con su educación los niños, pues que no pierdan su año escolar”, refiere Alan Franco, Coordinador General de FAE, IAP.
Alan Franco destacó que la labor de FAE lleva más de 30 años en beneficio de los sectores más vulnerables del país, como familias de pepenadores de basura y, gracias a este proyecto, cada año logran que 100 niñas y niños se gradúen de educación básica.
Con el cierre de las escuelas, las niñas y los niños regresaron al tiradero para ayudar a sus padres, pues al no tener los medios para recibir sus clases de forma virtual, la mayoría estaban abandonando sus estudios.
FAE combate la deserción llevando la educación hasta el lugar donde los niños se encuentran, como relata Miguel Ángel Bravo, maestro que imparte clases a las niñas y niños.
“Como los pequeños no pueden ir a la escuela, ahora la escuela viene a ellos, pedimos este pedazo de terrenos, en el cual contamos solamente con dos horas para venir, trabajar con ellos y ayudarles en esa parte donde los niños necesitan más apoyo”, explicó.
El maestro narró que la jornada inicia a las siete de la mañana, la fundación lleva sillas, mesas, pizarrones, material impreso, así como gel antibacterial y cubrebocas. Tras la desinfección de los muebles, se recibe a los menores, proporcionándoles gel antibacterial y colocándolos de manera que se respete la sana distancia.
Para Eidan, de 10 años de edad, el apoyo que le brinda la institución ha sido muy importante, pues comenta que el maestro le explica bien y manifiesta la razón por la que toma sus clases en el tiradero.
“Mi papá y mi mamá no pueden ganar mucho dinero, tienen que estar en el calor y ganamos poco, y por eso no tengo computadora, no hemos metido el internet y eso”, expresó.
“Hay muchos niños de aquí que no cuentan con eso, entonces, aquí el maestro sí les ayuda mucho a aprender cosas nuevas”, comenta Naomí, quien acude a recibir sus clases en el tiradero desde hace tres meses y añade que los maestros le han ayudado a comprender las funciones de las ecuaciones y las operaciones básicas. Ella desea ser doctora cuando sea mayor.
“La importancia es que sigan aprendiendo, que a pesar de la pandemia sigamos dándoles que tienen un futuro”, señala Alan Franco y explica que FAE es una Institución de Asistencia Privada (IAP), que se encuentra legalmente constituida en la entidad y cuenta con la certificación en el cumplimiento de su labor social emitida por las autoridades estatales competentes en materia de asistencia social.